viernes, 14 de octubre de 2011

PARIS, LA CIUDAD "LUZ"


Por la noche, París se transforma. Sus monumentos y calles se encienden al compás del jazz, y las veredas de sus boulevares se pueblan de cafés que sólo existen cuando no hay sol. Esta es la ciudad de la luces.
Quien tenga el placer de conocer alguna vez París, no se podrá olvidar de esta ciudad de noche.
El Sena sirve de camino, y los monumentos son como faros que marcan un itinerario romántico y distinto.

La tradicional costumbre que todos tenemos, obliga a recorrer las ciudades de día. Parece que nada puede ser apreciado de verdad si no está bajo la luz del sol: las calles, los monumentos, los edificios, las casas, la gente, todo hay que verlo antes de que el cielo se llene de estrellas y de que la oscuridad caiga inexorable sobre la tierra.

Pero, la falta de luz también genera otra luz diferente. Además de que la noche invita a agudizar los sentidos, la oscuridad en una ciudad como París significa el amanecer de otra ciudad distinta, fulgurante, viva, explosiva… Y las luces se encienden sobre el escenario del Sena y las calles se despiertan a horas de faroles brillantes y neones decorados.
París iluminada de noche, es otra París: es la contracara de París la exclusiva, la elegante, la sofisticada.

La Torre Eiffel, que podemos apreciar en la foto, se enciende como una antorcha de fuego en el medio de la ciudad, y aparecen de a uno, como si alguien controlara el ritmo, el Arco de Triunfo, el Grand Palais (o Palacio Grande), el Obelisco de la Concordia, Les Invalides, la iglesa de La Magdalena, el museo D´Orsay, la famosa Opera, el Louvre, la Sainte Chapelli, Notre Dame. Y a lo largo del río Sena, a esta altura plateado y brillante, París demuestra se la ciudad de las luces como siempre se la denominó. 

Cuando la noche definitivamente se ha adueñado de la ciudad, el jazz empieza a sonar en los bares de St. Germain y Les Halles, un jazz pegajoso y dulce, que se cuela entre la gente que camina por la calle y se mezcla con otros sonidos, y París entonces se transforma en un concierto.
Las habías de la ribera izquierda del Sena están pobladas de cafés que es posible no ver durante el día. Cuando hay sol están ensimismados y de incógnito. Con la noche se multiplican y llenan las veredas de sillas y meses y mozos con bandejas repletas de un café fuerte y amargo. París iluminada es también este café.


Existen paseos organizados para conocer la noche parisina. Algunos incluyen una cena a la luz de las velas navegando por el río. Otros, terminan su trayecto en el Lido, el famoso cabaret de París, un escenario de plumas y lentejuelas, un show imperdible, un broche de oro.
 Como sea, es mentira que a las ciudades hay que conocerlas de día. Estar en París y no verla iluminada es como haber estado a medias.



No hay comentarios:

Publicar un comentario